Editorial: Santa Ana debe dejar de ignorar a los terroristas cazarrecompensas que se hacen pasar por agentes de ICE.

Foto: The OC Reporter / Departamento de Policía de Santa Ana

A estas alturas ya no es un rumor; es un hecho documentado.

Hombres con placas falsas que se hacen pasar por funcionarios federales están aterrorizando hogares, asustando a jóvenes y destrozando familias en las calles de Santa Ana. No son agentes de ICE. Son cazarrecompensas independientes o contratistas que carecen de autoridad legal, constitucional y de derecho a estar en nuestras calles. Sin embargo, se aprovechan de nuestra ansiedad, desconcierto y del silencio de quienes juraron defendernos, actuando con total impunidad.

Estas personas no son agentes del orden. Son delincuentes. Suplantar la identidad de un agente federal es un delito grave tanto en California como a nivel federal. La entrada ilegal en propiedad ajena se define como el ingreso a una residencia sin permiso ni orden judicial. Utilizar amenazas de deportación para obtener favores o dinero de los residentes locales constituye coacción, y posiblemente secuestro. Además, según el artículo 837 del Código Penal de California, toda persona tiene el derecho —y la obligación— de realizar un arresto ciudadano al presenciar la comisión de tales delitos.

Entonces, ¿cuál es la razón de Santa Ana? ¿La policía se niega a actuar? No es por miedo al ICE. El problema no radica en la falta de conocimiento de la jurisdicción, sino en la negligencia. Es complicidad por inacción.

Foto de: The OC Reporter/ Impostores de ICE vistos en la 1.ª y Grand Ave.

A pesar de que el Ayuntamiento creó correctamente el fondo Ayuda Sin Fronteras, presentó solicitudes de acceso a la información pública, se sumó a demandas federales y recibió 50.000 dólares de apoyo de Sahuayo, México, nuestra policía sigue sin hacer nada mientras estos delincuentes andan sueltos. No están sobrecargados de trabajo ni confundidos. Simplemente deciden no aplicar la ley. Esto no es una discrepancia política. No es un debate sobre inmigración. Se trata de justicia fundamental.

Una madre no vive en una ciudad santuario si un hombre con una chaqueta negra llama a su puerta diciendo ser agente federal y ella se esconde en su cocina mientras la policía no hace nada cuando llama al 911. Está bajo asedio.

El alcalde Amezcua y el Ayuntamiento se han expresado extensamente sobre dignidad, justicia y derechos civiles. Ahora deben exigir que se tomen medidas. El Departamento de Policía de Santa Ana debe:

  • Utilice las leyes vigentes sobre arresto ciudadano y las leyes estatales contra la suplantación de identidad para capacitar de inmediato a los agentes en el reconocimiento y la detención de impostores que se hacen pasar por cazarrecompensas.
  • Identificar y denunciar públicamente a estos individuos como delincuentes, en lugar de como “socios en la aplicación de la ley”.
  • Establecer un equipo de respuesta rápida para investigar y registrar cada incidente reportado, y luego poner esta información a disposición del público en general.
  • Para procesar a los delincuentes reincidentes por cargos federales, trabaje con el FBI y el Departamento de Justicia.
  • Difundir imágenes, descripciones de vehículos y métodos conocidos a través de alertas comunitarias para informar a las familias sobre a quién temer y a quién detener.
Foto de: The OC Reporter/ Impostores de ICE vistos en Ross y Santa Ana Blvd.

El liderazgo moral de la ciudad no vale nada si su fuerza policial no defiende a sus ciudadanos de los criminales que se esconden tras la fachada del gobierno federal.

El aumento de $100,000 a Ayuda Sin Fronteras es algo que aplaudimos. Sin embargo, la tranquilidad de un niño que duerme sin ansiedad no se puede reemplazar con ninguna ayuda económica. El trauma de una intrusión domiciliaria por parte de un individuo con una placa falsa no se puede reparar con ninguna acción legal.

Gracias a Santa Ana, el mundo ha visto lo que es la valentía. Ahora debe demostrar lo que es la justicia mediante arrestos, no mediante comunicados de prensa.

Los cazarrecompensas no son agentes de inmigración, son delincuentes. Violan la ley. Además, nuestra policía debería empezar a tratarlos como tales.

— Los habitantes de Santa Ana merecen más que compasión. Merecen protección.

Editorial: Crisis de liderazgo de la alcaldesa de Santa Ana, Valerie Amezcua, y complicidad del Departamento de Policía de Santa Ana y los imitadores de ICE (cazadores de recompensas).

Departamento de Policía de Santa Ana

Las calles de Santa Ana se han convertido en un campo de batalla por los derechos humanos fundamentales, donde los residentes viven con miedo, no de los delincuentes, sino de los cazarrecompensas armados que operan con alarmante impunidad. El silencio de la alcaldesa Valerie Amezcua y la complicidad del Departamento de Policía de Santa Ana (SAPD) al permitir estos secuestros violentos no solo es preocupante, sino también inaceptable.

El martes 1 de julio de 2025, surgieron múltiples informes de secuestros descarados llevados a cabo por cazarrecompensas en Main St., Warner Ave. y Edinger Ave. Los testigos describieron escenas que serían más propias de una zona de guerra que de una ciudad de EE. UU.: individuos armados agarrando a la gente en la calle, apuntando rifles de asalto, incluidas armas tipo AK-47, a civiles aterrorizados y desapareciendo con sus víctimas mientras las fuerzas del orden se quedaban de brazos cruzados sin hacer nada.

Reflexionen sobre esto: la policía no respondió. A plena luz del día, frente a agentes del Departamento de Policía de San Diego (SAPD), cazarrecompensas —agentes privados sin autoridad legal— cometieron secuestros e intimidación. Esto no es justicia. Esto no es seguridad. Es una abdicación del deber por parte de quienes juraron proteger al público.

La alcaldesa Valerie Amezcua no ha hecho declaraciones públicas, ni ha dado conferencias de prensa, ni ha reconocido la creciente crisis. ¿Dónde está su voz? ¿Dónde está su liderazgo? Si la alcaldesa no puede, o no quiere, defender la seguridad y la dignidad de los residentes de Santa Ana, no tiene derecho a dirigir esta ciudad.

Los cazarrecompensas no son agentes del orden. No operan bajo los mismos estándares de supervisión, entrenamiento ni rendición de cuentas. Sin embargo, aquí en Santa Ana, actúan como si llevaran placas: amenazan, detienen e incluso secuestran a personas sin consecuencias. Y el Departamento de Policía de Santa Ana (SAPD), en lugar de intervenir para detener estos delitos, parece estar protegiéndolos.

Esto plantea serias preguntas: ¿Qué tipo de relación existe entre el SAPD y estos cazarrecompensas? ¿Estamos presenciando una colusión? ¿Existe un acuerdo informal que permite a actores corruptos imponer su propia justicia mientras se ignora la verdadera?

Los residentes de Santa Ana merecen algo mejor. Merecen un alcalde que los proteja, no que los ponga en riesgo. Merecen un departamento de policía que sirva y proteja, no que permita la violencia y las desapariciones.

Si la alcaldesa Amezcua sigue guardando silencio mientras los cazarrecompensas aterrorizan nuestros barrios, entonces sí, debería ser destituida. Su inacción no es neutral; es peligrosa. Envía el mensaje de que algunas vidas no importan, que la violencia es tolerable y que la rendición de cuentas es opcional.

Y al SAPD: su juramento fue proteger al pueblo. Al cruzarse de brazos y permitir que hombres armados secuestraran ciudadanos en la calle, rompieron ese juramento.

Exigimos al alcalde Amezcua que se dirija de inmediato al público, emita una postura clara contra estos secuestros ilegales y exija transparencia al Departamento de Policía de Santa Ana (SAPD). Exigimos una investigación independiente sobre los sucesos del 1 de julio y el patrón general de actividad de cazarrecompensas en nuestra ciudad.

Ya basta. Los residentes de Santa Ana no deberían vivir con el temor de ser secuestrados por desconocidos armados mientras nuestros líderes hacen la vista gorda. Si no exigimos responsabilidades a nuestros funcionarios ahora, corremos el riesgo de perder la poca confianza que queda en nuestras instituciones y de poner vidas en mayor riesgo.

Es hora de actuar. Es hora de hacer justicia. Es hora de proteger a Santa Ana.

Editorial: A Call for Accountability — Why Hasn’t Mayor Valerie Amezcua Taken Action Against Unverified “Federal Agents” Operating in Santa Ana?

Santa Ana Police Department
Failing to Protect The Residents of Santa Ana.

The people of Santa Ana deserve transparency, protection, and due process under the law. Yet, disturbing reports continue to surface regarding unidentified individuals—often masked and claiming to be federal agents—who are allegedly involved in unlawful detentions and even kidnappings in public view. These actions, reportedly occurring in the presence of Santa Ana Police Department (SAPD) officers who fail to intervene or verify the identities of these individuals, raise urgent questions about both legal responsibility and public safety.

Under California’s Penal Code 832, peace officers are required to act with due diligence in the performance of their duties. When SAPD officers witness what appears to be illegal acts—including kidnapping—and do not intervene or attempt to identify those responsible, they may indeed be complicit under the law. By failing to verify credentials, request identification, or at least investigate such incidents, SAPD officers risk becoming accessories to crimes committed in their presence.

Furthermore, every sworn law enforcement officer has taken an oath to uphold the U.S. Constitution and protect citizens from unlawful government intrusion. When officers stand by as individuals—whether legitimate federal agents or not—engage in warrantless detentions or abductions, they are violating the very principles they swore to defend.

Mayor Valerie Amezcua, as the head of the city’s executive branch and a representative of the people, must address this alarming situation immediately. The City Council and local oversight bodies also have a duty to ensure that SAPD is fulfilling its mandate to serve and protect all residents of Santa Ana—not turning a blind eye to potential criminal activity, no matter the alleged affiliation of the perpetrators.

We call on Mayor Amezcua and SAPD leadership to:

  1. Issue clear directives for officers to verify the identity and agency affiliation of any individual claiming to be a federal agent before allowing them to conduct operations within the city.
  2. Investigate all reported incidents involving unverified individuals engaging in detentions or arrests.
  3. Provide transparency to the public regarding any coordination or communication with federal agencies operating locally.
  4. Hold accountable any officers who fail to perform their sworn duty to protect citizens from unlawful harm or coercion.

The Constitution does not permit selective enforcement of the law. If our local law enforcement will not uphold it—especially when others abuse their perceived authority—they become part of the problem rather than the solution.

Santa Ana deserves better. Our community deserves safety, clarity, and justice—not silence or complicity.

Editorial: El silencio de la alcaldesa de Santa Ana, Valerie Amezcua, ante el peligro — ¿Dónde está el liderazgo en Santa Ana?

El hombre no identificado afirma ser agente de ICE, pero no tiene una placa identificable. Apunta con un arma a personas desarmadas que grababan el arresto de un inmigrante en Santa Ana, California.

Ha surgido un video inquietante que muestra a hombres armados no identificados, que dicen ser agentes de ICE, apuntando con un arma a una persona que documentaba sus acciones durante lo que parecía ser un arresto migratorio en Santa Ana. Esto no es solo una violación de las libertades civiles, sino una peligrosa escalada que pone vidas en riesgo y erosiona la confianza pública en las fuerzas del orden.

Santa Ana California, ¿Dónde está el Departamento de Policía de Santa Ana?

Las imágenes plantean preguntas urgentes: ¿Quiénes son estos individuos? ¿Por qué se les permitió operar sin una identificación clara ni supervisión? Y, quizás lo más importante, ¿dónde estaban las autoridades locales?

En una ciudad donde la seguridad y los derechos de todos los residentes deben ser primordiales, la ausencia de una respuesta rápida y contundente por parte de los líderes locales es alarmante. La alcaldesa Valerie Amezcua y otros funcionarios municipales han guardado silencio en gran medida tras este incidente, a pesar de las graves implicaciones para la seguridad y la rendición de cuentas de la comunidad. El Departamento de Policía de Santa Ana, que desde hace tiempo se ha posicionado como un defensor de la confianza pública, debe responder por qué ningún agente intervino o siquiera respondió a lo que podría haber sido un enfrentamiento mortal.

La individual grabando video podría haber sido asesinada, ¿por qué Amezcua no se involucra en esta descarada demostración de poder que pone en riesgo a los residentes de Santa Ana?

Cuando individuos armados, ya sean agentes federales o no, operan en nuestros barrios con poca transparencia o supervisión, el potencial de violencia aumenta exponencialmente. Esto es especialmente cierto cuando estos individuos parecen actuar con impunidad, intimidando a civiles que simplemente intentan observar y documentar actividades legales (o ilegales). Esto no solo es imprudente, sino que constituye una amenaza para la democracia.

Si bien el ICE tiene el mandato de hacer cumplir las leyes federales de inmigración, dicha autoridad debe ejercerse dentro de los límites legales y éticos. No hay justificación para blandir un arma de fuego contra alguien que ejerce su derecho a grabar a funcionarios públicos en espacios públicos. Si efectivamente se trataba de agentes del ICE, el Departamento de Seguridad Nacional debe iniciar una investigación inmediata. De no ser así, ¿quiénes eran exactamente? ¿Y cómo operaban tan abiertamente en una importante ciudad estadounidense?

¿Milicia en Santa Ana California, afirmando ser ICE?

Los políticos locales como el alcalde Amezcua no pueden permitirse el silencio. Sus electores merecen más que clichés: merecen protección. Los líderes deben exigir claridad a las agencias federales, garantizar la coordinación entre las fuerzas del orden locales y federales y, sobre todo, reafirmar su compromiso con la seguridad de todos los residentes, independientemente de su estatus migratorio.

No se trata de partidismo. Se trata de la dignidad humana fundamental y la seguridad pública. Alguien pudo haber muerto ese día. El hecho de que no lo hayan hecho no es motivo de alivio; es una advertencia. No podemos permitir que nuestras calles se conviertan en campos de batalla donde figuras armadas no identificadas ejerzan un poder sin control.

Santa Ana se enorgullece de ser una comunidad diversa, vibrante e inclusiva. Esa identidad no significa nada si no nos movilizamos para proteger a los más vulnerables. Nuestros líderes deben alzar la voz, actuar y exigir responsabilidades a los responsables, antes de que ocurra una tragedia.

Basta de silencio. Basta de excusas. Es hora de un verdadero liderazgo.

Editorial: La crisis de liderazgo de la alcaldesa de Santa Ana, Valerie Amezcua, pone en peligro a los residentes

En una ciudad reconocida por su dedicación a las poblaciones inmigrantes, la alcaldesa de Santa Ana, Valerie Amezcua, se encuentra en el centro de una creciente controversia que pone en duda su liderazgo y sus prioridades. En la reunión del Ayuntamiento del 6 de mayo de 2025, las declaraciones de la alcaldesa Amezcua indicaron un preocupante cambio de enfoque: parece más centrado en asegurar fondos federales y autoridad política que en proteger a las personas a quienes fue elegida para representar.

Santa Ana ha sido considerada una ciudad santuario durante muchos años, una postura basada en el principio de que todos los residentes, independientemente de su estatus migratorio, tienen derecho a servicios públicos, seguridad y respeto. Esta dedicación ha convertido a la ciudad en un refugio para muchos, especialmente en tiempos de incertidumbre en torno a las leyes de inmigración.  Sin embargo, comentarios recientes de la alcaldesa Amezcua sugieren que este valor fundamental está ahora en riesgo, no por influencias externas, sino por parte de funcionarios del Ayuntamiento.

Durante la tensa reunión del consejo del 6 de mayo, Amezcua expresó su preocupación por la posible pérdida de financiación federal vinculada a las actividades policiales, enfatizando cómo esto podría afectar los recursos policiales y su propia posición. Si bien la gestión financiera es crucial, enmarcar la conversación en términos tan egocéntricos ha inquietado a la comunidad. Ha transmitido a muchos que la alcaldesa podría estar considerando comprometer la política de santuario de la ciudad, no por necesidad, sino por temor a perder autoridad, financiación y, en última instancia, control.

Este tipo de liderazgo, o la falta de él, es realmente preocupante. Las políticas de santuario representan más que simples símbolos; funcionan como protecciones cruciales. Al desalentar la colaboración con el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), estas políticas ayudan a las personas indocumentadas a sentirse seguras al denunciar delitos, acceder a ayuda de emergencia y participar en asuntos comunitarios.  Desmantelar estas protecciones conllevaría repercusiones inmediatas y graves, especialmente para los segmentos más vulnerables de nuestra sociedad.

La aparente apertura de la alcaldesa a la hora de modificar la política de santuario de la ciudad sin una estrategia definida ni un acuerdo comunitario erosiona la confianza en el gobierno local. Los ciudadanos deberían tener líderes que defiendan sus principios ante los desafíos políticos, no aquellos que flaqueen ante dificultades financieras o presiones partidistas.

Además, el momento y la forma en que Amezcua pronunció sus comentarios fueron sumamente inapropiados. En un año caracterizado por la escalada del sentimiento antiinmigrante en todo el país, Santa Ana debería fortalecer, y no retroceder, su posición como ejemplo de gobierno inclusivo. En cambio, las declaraciones de la alcaldesa han generado confusión, miedo y división en un momento en que la solidaridad es urgentemente necesaria.

Instamos a la alcaldesa Amezcua a que aclare públicamente su postura y reafirme claramente su compromiso con los valores de santuario de Santa Ana.  Si no puede hacerlo con sinceridad, quizás sea hora de que surja un nuevo liderazgo: un liderazgo que encarne los principios de compasión, valentía y comunidad que Santa Ana realmente merece.

Tengamos presente el propósito de las ciudades santuario: su propósito es preservar vidas, no desafiar el poder federal. La alcaldesa debe ser consciente de que sus responsabilidades incluyen garantizar la seguridad de las personas, más que simplemente obtener apoyo financiero. En este momento, los residentes de Santa Ana observan atentamente sus decisiones y el rumbo que tome.

Editorial: El racismo persistente en Huntington Beach: desde la violencia contra los inmigrantes hasta el simbolismo MAGA

Huntington Beach, CA: Apoyando a MAGA colocando una placa en la biblioteca principal de Huntington Beach.

 

Huntington Beach, California, siempre ha tenido la reputación de ser un centro de política reaccionaria y eventos con carga racial. Desde enfrentamientos agresivos dirigidos a los inmigrantes hasta manifestaciones en apoyo del nacionalismo blanco, la ciudad ha atraído constantemente la atención por todas las razones inapropiadas. Ahora, en otro ejemplo más de sus desafíos raciales arraigados, el Ayuntamiento de Huntington Beach ha decidido respaldar una placa con la temática MAGA, una decisión que solidifica aún más la posición de la ciudad como bastión de las creencias de extrema derecha.

 

En el centro de la disputa está la concejal y comisionada de finanzas Gracey Van Der Mark, quien actualmente enfrenta Reacciónes Negativas por comentarios racistas que publicó en línea. En un video de YouTube, Van Der Mark describió a las personas negras como “gente de color”, un término históricamente vinculado con la segregación de la era de Jim Crow y la discriminación racial. Aunque sus partidarios pueden intentar minimizar sus declaraciones, su historial indica un patrón de prejuicio en lugar de un error singular.

 

 Van Der Mark está familiarizada con la controversia. Anteriormente se la ha asociado con opiniones extremistas, incluida su participación en eventos vinculados a organizaciones nacionalistas blancas. Su ascenso en la política de Huntington Beach simboliza la creciente alineación de la ciudad con ideologías de extrema derecha, donde el lenguaje racista y las medidas excluyentes se normalizan en lugar de denunciarse.

 

El respaldo a la placa MAGA es más que un símbolo: representa una declaración de intenciones. Indica que el liderazgo de Huntington Beach favorece las cuestiones de guerra cultural por sobre la inclusión y el progreso. Para numerosos inmigrantes, personas de color y grupos marginados que residen en la ciudad, sirve como otro recordatorio de que no son bienvenidos.

 

Huntington Beach se enfrenta a una decisión: continuar por el camino de la división y la hostilidad racial, o tomar medidas significativas para enfrentar su legado de exclusión y discriminación. La acción inicial debe incluir responsabilizar a individuos como Van Der Mark, rechazar el simbolismo racialmente insensible y comprometerse con políticas que celebren la diversidad en lugar de demonizarla.  Hasta que eso ocurra, Huntington Beach seguirá siendo lo que ha sido durante mucho tiempo: una ciudad que se aferra a una historia de amargura racial, en lugar de aspirar a un futuro de igualdad.

Editorial: Encubrimiento de una muerte bajo custodia policial, Departamento de Policía de Santa Ana

La muerte de Freddie Washington mientras se encontraba bajo custodia policial ha provocado una gran controversia, en particular en relación con la respuesta del Departamento de Policía de Santa Ana al incidente. Muchos se preguntan por qué el departamento no ha sido abierto respecto de información vital sobre la muerte de Washington, lo que ha llevado a sospechar de un posible encubrimiento.

Fredd

Es importante reconocer, en primer lugar, que Washington falleció mientras se encontraba bajo custodia de las fuerzas del orden en Santa Ana, California. La falta de transparencia sobre los hechos que precedieron a su muerte, junto con las declaraciones públicas incompletas o tardías del Departamento de Policía de Santa Ana, ha intensificado el escepticismo público. Los críticos sostienen que la vacilación del departamento a la hora de revelar detalles esenciales, como la causa de la muerte o detalles específicos sobre las circunstancias de su arresto, puede ser un intento de proteger a los agentes implicados de ser interrogados.

En situaciones de alto perfil como ésta, es frecuente que se produzcan encubrimientos, especialmente cuando las autoridades se enfrentan a posibles repercusiones jurídicas y políticas. A falta de una investigación exhaustiva y transparente, es imposible que el público conozca la verdad. En una época caracterizada por una desconfianza generalizada hacia las fuerzas del orden, sucesos como éste aumentan las preocupaciones en torno a la rendición de cuentas de la policía y la protección de los derechos de los ciudadanos.

Además, existen problemas sistémicos más amplios. En numerosos casos, los departamentos pueden intentar ocultar información para mantener su reputación, evadir demandas judiciales o evitar más discordia en la comunidad. Sin embargo, esa falta de rendición de cuentas no hace más que aumentar las tensiones y generar demandas de una mayor supervisión y reformas en las fuerzas del orden.

La prioridad ahora debe ser insistir en una investigación completa e independiente sobre la muerte de Freddie Washington. Solo con transparencia y rendición de cuentas se puede empezar a restablecer la confianza entre las fuerzas del orden y las comunidades a las que sirven. Hasta que eso ocurra, la nube de sospechas y la posibilidad de un encubrimiento persistirán, socavando la credibilidad del departamento de policía y perpetuando el ciclo de desconfianza pública.